Be kind babies

Creo que uno de mis grandes miedos es la gentileza de la gente, mejor dicho la falta de gentileza.  Esa gentileza que invita a la gente a la inclusión. Me conformo, por el momento, con que estemos consientes de evitar el rechazo. Esa mirada esquiva, ese gesto de duda al ver algo nuevo y ajeno. 

Ser noble o bueno, debería ser algo que todos enseñamos a nuestros hijxs. Pero honestamente no pensaba en la inclusión antes de que existiera Oli. Creo que no me importaba. Porque no tenía que vivir con ella (la inclusión) a la par, todos los días. 

No era mía, era de otros y tan fácil era volver a ver a otro lado para no incomodar o incomodarlos.  La verdad es que volvía la mirada para no incomodarme. 

Volvía la mirada por ignorante. 

Porque si en el súper veía a alguien con parálisis o en silla de ruedas prefería fijar los ojos a las latas de atún evitando ese momento incómodo, donde me daba cuenta que no todos vivimos igual. Que hasta ahora sé que era incómodo para mi, y posiblemente lo hacía incómodo también para la otra persona. Siempre pensé que era mejor que mirar con lástima. Como si fueran las únicas dos opciones que tenia. 

*ojo que aun creo que las quedarse fijamente en las latas de atún es mucho mejor que fijar la mirada con lástima. 

No nos gusta lo diferente, porque no nos enseñaron que lo diferente es normal.

En la generación de nuestros abuelos, escondían las discapacidades como si fueran una enfermedad contagiosa, ir al psicólogo o psquiatra era casi un pecado.

A nuestros padres les entró una versión más light de esta crianza y la lucha por la inclusión dio sus primeros pasos.

Y así crecí yo (nosotros), pensando que preguntarle a alguien de alguna condición era una falta de respeto. Ninguno de mis compañeros tuvo alguna discapacidad evidente, y decir “Mongx!#@” era un chiste o un insulto. Solo escribir esto me da un poco de vergüenza y escalofríos. Utilizarla nunca tiene justificación.

La inclusión es una palabra de moda, por dicha. Vemos tiendas y marcas grandes usando gente con discapacidad en su publicidad. Marcas de ropa como Tommy Hilfiger, Target y Kohl’s que hacen ropa inclusiva. Ojo hago una aclaración, no hacen ropa para gente con discapacidades, solo que los toman en cuenta a la hora de diseñar sus productos. No saben lo difícil que es comprarle zapatos a Oli para que pueda usar sus ferulas y verse tan linda como se ve siempre, hay marcas como Zappos y Billy footwear que tienen lineas bonitas que pueden servir pero el mercado apenas esta dándose cuenta de que la inclusion es la dirección correcta.

Que exista esta visibilidad normaliza las condiciones y hace que no hayan miradas esquivas. Que no vean la andadera de Oli como algo más que un instrumento que la ayuda a moverse! Así como los anteojos ayudan a mi papá a ver de lejos, una herramienta, no un grillete. 

Cuando escucho noticias acerca de bailes de graduación silenciosos (usan audífonos para escuchar la música) para que compañeros con autismo puedan ir, me alegra el corazón. 

Saber de compañías como Starbucks, que abren establecimientos donde se habla con lenguaje de señas y contratan a gente sordomuda; o P&G cambiando el diseño de botellas de Herbal Essence para la gente no vidente me llena de felicidad y esperanza.

Let’s keeping moving forward.

Empatía es lo que me faltaba cuando esquivaba la mirada y ahora es lo que más temo que le falte a la gente cuando ven a Oli.  Por eso be kind y enseñenles a sus hijos a serlo, de fijo hacemos un mundo mejor. Ojalá para esta generación no sea tan difícil encontrar esa normalidad dentro de sus diferencias.

Para Oli: “I hope people see your merit not your struggles”