El mejor regalo

Siendo la menor de cuatro fui muy consentida, me amaron muchísimo mis papás. No tuve que hacer gran cosa en la casa, y casi siempre me salía con la mía. No solo en la casa, pero en el cole y en la u también.

“Que suerte tenés”. Me decía una amiga que resultó ser compañera durante la escuela, cole y universidad. 

“Don de gentes…” me decía mi papá.

Vacilona. Buena gente. Muy social. Creo que son cosas que siempre pueden decir la gente que me conoce.

Pero sin carácter, ni paciencia.

Me faltaba calle, pasar por fuego. Lo busqué. Lo encontré. No me gustó y me costó salir, pero salí. Ahí aprendí a valorar ese amor que me habían dado de pequeña y aprendí a ponerme mis propios límites, que confieso no me resultó fácil.

Aprendí mil cosas que me hicieron crecer pero todavía seguía con suerte; saliéndome con la mía, con mucho apoyo y amor siempre. Había aprendido que el fuego no me gustaba pero tampoco había aprendido todo lo que tenía que necesitaba aprender para cambiar. Todo seguía similar. Una version muy light.

Con mi  buena suerte encontré a Andrés; fue magia y amor. Puras sonrisas y los mejores abrazos en una sola persona. Mi amigo primero que todo. Y al tiempo nos completo nuestra Oli.

Todo lo que pensé que era yo se fue por un tubo. Me transformó, mi tiró al suelo. Me desmaquilló, y lo que antes importaba, ya no lo hacía tanto. La maternidad vino a reírse de mis prioridades y viendo hacia atrás me rio con ella de como alguna vez fui.

Olivia vino también a enseñarme que lo que importa no se mide, es intangible. Que el esfuerzo y las sonrisas pueden ir de la mano, le enseñó a esta mujer que sin tanto esfuerzo lograba cosas, que trabajar por metas vale más que conseguirlas. Me vino a enseñar la vida, que no tenía tanto sentido sin ella. Me vino a enseñar paciencia, que poca tenía. Me vino a enseñar tanto y ella ni cuenta se da.

Creo que ahora tengo más suerte que nunca porque estoy agradecida con la vida y eso es algo que me enseño Oli. Aunque a veces es difícil estar consciente de la suerte que tengo y agradecer es más valioso a que la vida sea fácil.

Olí me da el mejor, regalo de las madres porque me ubica, y me hace crecer. De ella aprendo todos los días, si le pongo atención. Me hace estar presente, si es lo que escojo y me recuerda que no solo soy mamá, es solo una arista de las mil posibilidades que puedo llegar a ser.

Ella ni siquiera se da cuenta de todo lo que me da, ni enseña todos los días aun sin ser el día de la madre. Pero hoy analizo todo lo que me da y con eso me basta.

Feliz día mamás.