Terapias parte 1

Desde la UCIN nos recomendaron llevar a Oli a terapias. “…es algo común en los prematuros”… nos explicaron. La prematuridad puede traer algunas complicaciones motoras y saliendo de la UCIN no estábamos tan seguros de todo lo que vendría, y para ese momento todo era un poco incierto. Aparte de las especialidades a las que fue referida en el HNN (8 en total) nos recomendaron llevarla a terapias, a todas las que pudiéramos para lograr un mejor desarrollo y que alcanzara los milestones a su tiempo. (Desde ese momento y hasta el día de hoy los milestones son como una sombra en mi vida que a veces me oscurecen momentos que debería ser felices. Por dicha, y como lo he dicho siempre, OLI ES LUZ). 

Oli tiene dos años y once meses. Olivia aprendió a sentarse sola hace unos meses. La celebración de mucho esfuerzo y práctica no puedo explicarla porque yo todavía no la entiendo bien, pero la celebro con el corazón lleno. Todavía falta un poco para perfeccionar esa sentada, todavía lucha pero cuando se cae, se ríe,  nos vuelve a ver con esos ojos achinados que están llenos de vida y fuerza y me enseña. A la par de ella me siento pequeñita como si ella hubiera vivido mucho más y está acá para enseñarme.

Hemos sido afortunados, y pudimos encontrar a mucha gente que nos dio su apoyo y motivó en momentos que eran complicados. Probamos algunas terapias de estimulación temprana en distintos centros, pero Oli empezó a avanzar cuando llegamos con Kris. Nos conocemos desde que tenemos 15 y nunca pensé que la pudiera llegar a querer más, ni a admirar tanto. Kris me recibió en Santana con las puertas abiertas y un abrazo a una situación a la que le tenia pánico.

-Kris, Oli todavía no se da vuelta… le conté.

Ya tenia atravesado en la garganta ese tormentosísimo milestone de la gran puta.

-Tranquila amiga, todos son diferentes y Oli es perfecta. 

Mientras trabajaba con Oli de la manera más amorosa y dulce, me explicaba a mí las cosas que iba trabajando y por qué las trabajaba. No les puedo explicar la paz que esto me trajo. Me sacó un poco de esa neblina en la que estaba metida. Lloré con ella por toda la incertidumbre que traje conmigo desde Monteverde hasta Santa Ana, y recibí paz. 

Kris me enseñó una terapia llena de música, juegos y risas. Le presentó a Oli la magia de las burbujas y que si se esforzaba podía cruzar túneles de colores. Fue aquí donde Olivia jugó en piscinas llenas de espagueti y pintó su primer cuadro con las manos.  Aprendimos juntas que el esfuerzo no tiene que venir acompañado de lágrimas, y que a veces se vale llorar si se está cansado. Esto que aprendí en la primera etapa de mis terapias me ayudaría de ese momento en adelante. Kris se fue a Chile a cumplir más sueños que bien merecidos los tiene, así que tuvimos que decirle hasta luego a uno de los mejores corazones que nos hemos encontrado. 

Los sábados eran días de equinoterapia, en Puriscal. Acá yo tenía que empezar subida en el caballo, después caminar a la par y si teníamos suerte podía sentarme un rato sin que Oli, llorara la terrible distancia de 10 metros que nos separaba. Poco a poco fue agarrando confianza y fuerza, alimentaba a los caballos y era feliz. Creo que los caballos, dejando la parte de terapia a un lado, le daban mucha seguridad personal.  

Al mismo tiempo íbamos a terapia ocupacional con Yael, cerca de la Sabana, acá nos recibió una mujer, no más grande que yo (metro cincuenta y un pelín) pero con mas energía que fuegos artificiales de año nuevo. Una energía increíble y muchísima experiencia en un solo cuarto. Trató a Oli con tanto cariño que de vez en cuando nos escribía solo para chequear como íbamos. Con Yael también lloré, aclaré dudas y me quejé de tonteras. Siempre fue sincera, siempre fue positiva y también fue clara explicándome que ahora empezaba una etapa de trabajo donde Olivia tendría que trabajar más para alcanzar lo que para otros venia con tanta naturalidad. Y así con los brazos abiertos recibimos más terapias.

Otra de nuestras terapias para ayudar a mejorar la parte de sensibilidad en la deglución de Oli, fuimos a donde Maria José en Pediaclinic, aprendimos muchísimo de nuestras sesiones y nos recomendó una silla que ha sido un éxito en la postura a la hora de comer; este fue el primero de muchísimos pasos para lograr una mejora en la alimentación de Oli.

En cuanto a terapia física, tuvimos una experiencia mala, donde tal vez no hubo una buena química entre Olivia y el terapeuta. Oli lloraba y se me convencía que era solo el esfuerzo de los movimientos y que ella era un poco chineada. Después de dos sesiones no volvimos. Era de una escuela de crianza diferente a la mía, así que desde ese momento iba a ser un pésimo match. Es importante fijarse en estas cosas.

Gracias a una amiga, casi hermana, que va también a terapias con su hijo, llegamos a la Clínica de la Universidad Santa Paula con Cristina. Una de la personas que más cerca llevo del corazón, aparte de la terapia en sí le devolvió a Oli la seguridad de las terapias, todos los miércoles Oli se ilusionaba de ir a donde Cris a jugar terapia, para este momento ya casi no lloraba en terapias (y acá me refiero que YO ya casi no lloraba en terapias). Cris nos dio muchísimas herramientas para mejorar y vimos a Olivia sentarse por primera vez, y hacer sentadillas, usar una tabla de balance, jugar en la bola de gimnasio, todo siempre sonriendo, sin ninguna queja. De qué me puedo quejar yo si Olivia es tan feliz, tan fuerte… Le dijimos adiós a Cris, ahora éramos nosotros los que nos íbamos. Tenía un poco de ansiedad de volver a empezar con terapias y dejar a mis viejos y queridos conocidos por algo tan nuevo, tan lejos de todo lo que era mío. 

Toda la vida de Oli he escuchado mil frases que me dicen los doctores, la familia y los amigos queridos con el afán de reconfortar esta situación. Pero para decirles la verdad, no necesito esas frases para estar feliz con lo que tengo y me ha tocado aprender, las frases a veces hacen sentir mejor al que las dice, que al que las recibe. He llorado algunos días, otros días me frustro y me enojo y hay muchísimos otros que no me cambio por nadie, porque tengo a la mejor hija del mundo. Estoy segura que este sentimiento no es solo mío; miles de mamás deben de sentirse agobiadas, preocupadas, con ganas de llorar y al segundo cambiar de animo con solo escucharles reírse. Mis rutinas pueden ser otras, pero siento lo que siento como cualquier mamá lo haría, y hago lo que esté a mi alcance para darle las mejores oportunidades de vida a mi hija. Sea que signifique cruzar el país para llevarla a equinoterapia o mudarme de país para cumplir todas las metas. Estoy segura de que si tuvieran a Oli como hija también harían de toda por ella. Este tema es todavía algo que me toca nervios, y estamos explorando nuevas terapias en un nuevo país, mis tiempos de llorar con las preguntas de los terapeutas no han parado, pero hemos aprendido muchísimo y Olivia ha crecido tanto que yo solo puedo agradecer… Escribir esto, aun después de tanto tiempo de terapias que la han ayudado, me cuesta. Me cuesta por mí, no por ella. Ella es feliz. Es a mí a la que le toca vencer estigmas y miedos propios e impuestos. Sin embargo ahorita mientras termino de escribir esto la estoy escuchando reírse con el papá en la sala, y estoy segura de que Oli vino a comerse al mundo, nadie puede pararla.