En la foto creo que está claro cómo empezó nuestra relación con la comida
Olivia y la comida. Ha sido más difícil de lo que me imaginaba. Después de todo, ¿qué tan dificil puede ser? Todos comemos. No hay tanta ciencia detrás de esto; uno tiene hambre y come. Bueno, adivinen qué, Olivia tenía más lecciones que enseñarnos.
Las primeras semanas después del hospital Olivia utilizó sonda nasogastrica para ayudarla a aumentar el tamaño de su panzita y evitar que perdiera peso. Fue parte de lo que nos repitieron los doctores: “se tiene que tomar todas las tomas de leche, cada dos horas, sin falta.” La promesa era que si Olivia se tomaba las tomas completas no tenía que usar sonda.
A finales de febrero, 15 días después de que nos dieran de alta en el Hospital ya se la habíamos quitado.
Teníamos ya una rutina. Cada dos horas comía. A veces costaba que se terminara el chupón pero con varios malabares, trucos y paciencia lo lográbamos. Olivia había tenido una sonda y no íbamos a volver a eso. Yo odiaba ponérsela, usarla, vérsela… Así que hacíamos todo lo posible por que se terminara sus chupones de los cuales ya teníamos la medida exacta y recomendada por los neonatologos.
Las abuelas, con todo su amor, nos decían que no insistiéramos tanto en que se acabara los chupones, que los bebés comen cuando tienen hambre y comerán lo que necesitan. Pero no queríamos arriesgarnos a que Oli volviera al hospital y los doctores habían sido muy insistentes. Así que como en todos los casos escuchamos a los especialistas.
Su crecimiento iba bien y los doctores nos daban una palmadita en el hombro con las cifras de la curva de crecimiento de esta chiquitilla.
Aunque era cansadisimo, nuestro esfuerzo valía la pena.
A Olivia no la habían dado con instrucciones claras y estábamos acostumbrados a seguirlas. Pasaron unos cuantos meses y ya se hablaba de comidas y para ser sinceros, en ese tema estábamos perdidos. No sabíamos muy bien que hacer, cuánto darle, a que hora, nada.
A la hora de la comida y hay tantas opiniones como opciones de equivocarse. Todos opinan y uno se abruma, duda y siente que todo lo está haciendo mal.
- Empiecen con fruta, el banano raspado, lo mejor!
- ¿Fruta? Jamás fruta, se mal acostumbran a las cosas dulces y después no hay forma!
- Empezá tres días una cosa, tres días otra por aquello de las alergias
- Empeza con licuados
- Jamás le des licuados!
- Se empieza a los 4 meses
- A los seis meses es mejor…
- Con rutina y horarios
- Solo cuando ella quiera…
Igual todo el mundo opina a cada rato, lo pida uno o no, y uno duda muchísimo de si está haciendo las cosas bien.
A mediados de mayo empezamos a darle para que probar algunas comidas. Para este momento había un debate fuerte entre si debíamos o no empezar a darle de comer sólidos. Estábamos abrumados y nos sabíamos que hacer. Entre las investigaciones y preguntarle a varios pediatras hicimos lo que en el momento nos pareció. Nos íbamos a mantener con fórmula y lactancia materna. Y cada tres días le daríamos algo nuevo para probar. Hasta que su edad corregida fuera de seis meses y por recomendaciones médicas le estableceríamos en su rutina un desayuno almuerzo y cena.
Por acá la teoria era fácil, pero en la práctica parecía imposible. Oli no tenía apetito, y cada comida era un estrés. La curva de crecimiento de Oli era cada vez más plana; se estaba estancando y yo no sabía que hacer.
Y es en ese “no sé que hacer” es donde empezamos a cometer errores, yo estaba cansada, todo parecía más difícil de lo que pensé que iba a ser.