Madre de 9, abuela de 30. Machista, amorosa, terca, fuerte, católica, Herediana y liberacionista. Tita decía que las mujeres venían a este mundo a sufrir. Yo creo que lo decía porque amamos mucho y no siempre el amor paga bien.
Iba a misa todos los días, yo le conocí tres casas en Heredia. Pero una de las imágenes más claras que tengo es de ella en el portón esperando que llegara alguno de los suyos a verla.
Cuando era más pequeña la íbamos a visitar religiosamente los sábados. Esa casa se llenaba de gritos, de primos, de comida y juegos. Supongo también, que ella se llenaba de paciencia y amor. Cuando fuimos creciendo el tiempo entre cada visita se alargaba, los nietos nos llenamos de actividades y sus hijos se fueron llenando a su vez de nietos propios. Casi siempre alguien estaba ahí pero como ella decía, “Ahora cuesta mucho que vengan…” De todas maneras siempre había almuerzo y alguno de todos la iba a ver. Sus tres hijos varones la llenaron de orgullo y sus seis hijas de amor y entre todos la plagaron de nietos. Nietos favoritos si tuvo. Yo no fui una de ellos, pero la hacía reír y a todos nos amo mucho. No era muy expresiva, ni le gustaban los abrazos siempre tratando de acortar el tiempo con unas palmadas en la espalda, eso sí, nos persinaba a todos, yo por molestarla le pedía uno extra por si acaso. Hoy cumple un año de no estar, y me hace falta que me percine, porque aunque no creo en eso, creía en ella y en el amor con el que lo hacia.
Pero ya no están, ni los sábados, ni las percinadas, ni Tita. Me quedan para siempre los te quiero mucho, los arroces con pollo, las papas tostadas y la ensalada rusa. Al final, me decía que me quería mucho y ese va a ser siempre mi mejor regalo. Me queda también las navidades de primos, las pijamadas de todos y esos recuerdos de familia tan tica como cualquier otra. Tita si me conoció como mamá y persino a Oli, rezó por ella como tantas veces rezó por todos.
Pocas veces pienso en ella como mamá, porque desde que la conocí ya era abuela. Pero últimamente, y cuando veo a mi mamá, que es también abuela, me la imagino educando a 9 y amando a 30 y le tengo una admiración que no podía apreciar antes. Quiero hacer el mejor de mis esfuerzos para enseñarle a Oli las cosas lindas que me enseñó Tita.
Se nos fue hace un año, esa señora a la que se le multiplicó el amor. Se le multiplicó exponencialmente con una manada de hijos, nietos y bisnietos. Ella que creía en el cielo. Hoy no puedo más que imaginármela en una nube blanca tomando café con algunos otros de mis amigos que seguro la recibieron con mucho amor.
Un beso al cielo Tita.
Ojalá podamos aprender a amar tanto como amo ella.