Desde antes de que Olivia fuera, me imaginé varios momentos. Imaginé mi panza que iba a ser su primer refugio. Imaginé su nacimiento y su grito de vida anunciándole al mundo que llegó con fuerza. Imaginé sus manos, las malas noches, dormir con ella, el olor y sus ojos. Imaginé navidades, cumpleaños y todos los momentos en el medio. Sus primeros pasos y su voz.
No tenía idea de que la vida me iba a dar más. La vida me dio a Oli, vivió menos tiempo en su primer refugio para estar más tiempo en mis brazos. No gritó cuando nació; un maullido suave traía más fuerza que el grito más fuerte. Nunca imaginé que fuera a darme tanto.
Planeé tantas cosas, hice boards en Pinterest con los temas más lindos. Quise tantas cosas que valen tan poco. La vida me va enseñando que lo más importante no tiene precio. Esos boards no se hicieron, porque cuando lo quería Oli no estaba conmigo o no era tiempo de celebrar.
Oli cumplió dos años, y tenemos tanto. Celebramos en casa con sus tías y después en una finca en Cartago con nuestros amigos, que son también como sus ti@s. Tuvo en su queque de cumpleaños la magia y el amor de su libro favorito. (Gracias Dani por hacerlo con ese amor que solo sale de una persona como vos, transformado los dibujos más raros en un queque perfecto. Casi tan perfecto como la sonrisa de Oli al verlo.
Cantamos las mañanitas porque Oli sonríe con esa canción, no saben lo que agradece mi corazón el amor que rodea a Oli, de cerca o de lejos. Olivia tiene lo más importante que es justamente eso, amor, y ojalá tenga la conciencia de agradecerlo. Eso nos tocará a esta mini familia que recién empieza recordárnoslo mutuamente.
Solo tiene dos años y es por ella que aprendí que poco importa la decoración, el tema o los regalos. Pesa más la gente, el cariño y los recuerdos. Tenemos tanto amor y eso es lo más importante.