En Casa

 Con la llegada de Oli, llegó una rutina, un orden y muchos cambios. Hasta ahora, después de mes y medio, iba a saber lo que era cuidar a un bebé. 

Habíamos pasado una primera noche tranquila estábamos en esa etapa donde Olivia dormía la mayoría del tiempo y celebrábamos cada vez que abría esos ojos achinados y perfectos. 

Ella acostumbrada al ruido, a los fluorescentes y a la gente y nosotros acostumbrados a verla de lejos. Era un tiempo de cambio para todos. 

Nos tocaba por primera vez cuidar de ella. Sabíamos las instrucciones; leche cada dos horas, sueros cada 6 horas, cambiar la sonda cada semana, todo tenía un orden, una medida y un horario. Seguíamos con su rutina de hospital pero ahora los que mandábamos éramos nosotros.

 Lavarse las manos, lavar chapones, esterilizar y limpiar. Intentábamos con la teta pero parecía inútil. De todas maneras me sacaba leche mínimo cada tres horas para intentar suplir la demanda de leche.  Aún tomando agua, sacandome leche religiosamente no logré suplir lo que tan enfáticamente nos pidieron en el hospital darle. Así que, como a muchas,  tocó darle la bienvenida a la fórmula y aprendí el término lactancia mixta. 

La podíamos tocar, pecho con pecho, dormir con ella, tomarle fotos sin pedir permiso… teníamos tanta libertad de amarla… que dormir poquito parecía (es) un precio insignificante por pagar. 

La vestía con ropa minúscula que le quedaba grande, la bañaba con cuidado y le  pedía permiso para hacerle masajes por las noches. Había tanto amor en nuestro espacio y yo tenía tanto miedo. Tenía miedo que no me quisiera, que me rechazará, que me culpará. Tenía miedo de hacer las cosas mal. Tenía miedo de lo inevitable.

Pero ya estabamos juntos en casa y Oli conoció al resto de la familia. Durante el hospital solo se reciben visitas de abuelos, abuelas y papás.
Sus tíos y tías esperaron pacientes para verla cuando llegara el día de conocerla ya en la casa. Poco a poco fueron llegando con los días a visitar a esa Monita-pelo rojizo y piernas de garza. La conocieron, las alzaron, se aprendieron la rutina, se enamoraron ¿Cómo no enamorase de esa bebita que llegó a enseñarnos tanto?
Ella que respiraba amor, trajo luz a una casa llena de tíos y tías que la amaban desde antes de conocerla. Me trajo luz a mí y por dicha es tanta que opaca los miedos que de vez en cuando se asoman. 

Ya la teníamos en la casa ¡Qué más quieren que les cuente! La teníamos con nosotros. 

Para los tíos de Oli que esperaron tanto y recibieron más

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